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Mostrando entradas de noviembre, 2022

El color del Ocaso

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 Naranja. No la fruta, ni el color en si; más bien un cielo infinito con rayos de sol naranja. El sol naranja de un atardecer de un dia cualquiera durante los años ochenta. Un naranja intrínseco de aquellos días de verano, donde el calor era aceptable y el tiempo tortuosamente corría lento. En un campo abierto, donde la maleza yacía casi muerta por la escaséz de lluvia y su languidez coincidía con la gama cromática de aquella escena grabada en la memoria de los recuerdos remembrados cuatro décadas después. El campo abierto que permite captar aquellos rayos de sol filtrados a traves de enormes nubes que perdieron blancura ante el imponente sol naranja que aún a pocas horas del ocaso, muestra su poderío y magestuosidas pincelando el cielo completo de un magnífico color naranja, dispuesto a transmitir calidez con tenues caricias que pretenden anunciar la llegada de la noche. Y al rendirse ante aquellas caricias y cerrar de ojos, el ocaso llega matizando el cielo con otra paleta de colores

Momentos olvidados

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  Hay recuerdos que llegan a la memoria a través de la fragancia de un desconocido que pasó a nuestro lado,  el exquisito aroma de un café en una pastelería del centro, el petricor que nos pica la nariz, una brisa navideña, o la misma brisa a inicios del verano. Puede ser una fotografía, un libro, una serie o película o una canción que sonó en la radio. Y a veces, sin razón aparente o por una conversación cualquiera, una cosa te lleva a la otra y de pronto te embriaga una sensación de melancolía y la añoranza se ensaña en las emociones causando un brote en el pecho que culmina en la mirada cargada de lágrimas que no terminan de salir y se convierten de inmediato en un nudo que se atora en la garganta. Nunca olvidamos; los recuerdos se guardan en algún rincón de nuestra memoria y lanzamos la llave al viento en un momento cualquiera, olvidando que al terminar en manos del tiempo, ésta llave llega en un momento cualquiera de una manera caprichosa,  activando las más antiguas memorias a

Tocar el alma

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 El chapoteo de mis pies sobre los charcos mientras corria huyendo de la lluvia, hacía eco en aquella calle solitaria una mañana lluviosa.  Como por exigencia de mi cuerpo me detuve en el puesto de la anciana Rosa y compré un sueter negro de segunda mano que fue el primero que ella me ofreció como si supiera que era mi color favorito. Aparentemente no lo usaría por mas de 6 meses, pero era perfecto para abrigarme aquella mañana lluviosa que me recalcaba con cada gota mi hipocresía al intentar sorprenderme con su llegada aún sabiendo que estabamos en invierno.  Siendo honesta no esperaba tanto frio y menos una pequeña lluvia en Juayua, No este dia. Pero en fin, ver el pronóstico del tiempo en las noticias no es algo que haga a menudo. A decir verdad, jamás lo hago. Amo la lluvia y por mero masoquismo me encanta el frío. Sin embargo esta mañana no queria abandonar mis cobijas y tampoco me había levantado en buenos términos ni con la mañana gris de Sonsonate y mucho menos con la fría maña

Resilencia en mi Jardín

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Mi vecina estaba podando su jardín y me quedé un rato conversando con ella. Cuando hubo terminado le pedí me regalara unas estacas de esta plantita y me dio varias. De inmediato las llevé a mi patio y las sembré pegado a la pared sin retirar las hojas que llevaban. Dias despues me di cuenta que las hojas tenias plagas y estaban moviendose hacia las otras plantas deslizandose por la pared. Me molesté tanto que prendí fuego a las hojas secas y a la plaga para evitar que afectaran mis matas de chile y otras plantas, sin pensar por un instante en las estacas. No uso pesticidas por las mascotas, asi que usé vinagre por algunos dias y otras cosas que me recomendaron. Como era de esperarse las estacas se secaron y después me sentí mal pero ya estaba hecho. Fue mi culpa. Pero a pesar de todas las adversidades, esta estaca se pegó y decidió vivir, sus primeras hojas han brotado. Era la estaca mas pequeña, a la que no le di importancia creyendo que seria la primera en morir. Ironicamente, es la