Tocar el alma

 El chapoteo de mis pies sobre los charcos mientras corria huyendo de la lluvia, hacía eco en aquella calle solitaria una mañana lluviosa. 

Como por exigencia de mi cuerpo me detuve en el puesto de la anciana Rosa y compré un sueter negro de segunda mano que fue el primero que ella me ofreció como si supiera que era mi color favorito. Aparentemente no lo usaría por mas de 6 meses, pero era perfecto para abrigarme aquella mañana lluviosa que me recalcaba con cada gota mi hipocresía al intentar sorprenderme con su llegada aún sabiendo que estabamos en invierno. 


Siendo honesta no esperaba tanto frio y menos una pequeña lluvia en Juayua, No este dia. Pero en fin, ver el pronóstico del tiempo en las noticias no es algo que haga a menudo. A decir verdad, jamás lo hago.

Amo la lluvia y por mero masoquismo me encanta el frío.

Sin embargo esta mañana no queria abandonar mis cobijas y tampoco me había levantado en buenos términos ni con la mañana gris de Sonsonate y mucho menos con la fría mañana lluviosa de Juayua.

Pareciera que mi cuerpo exigía verano a como diera lugar.

Asi que determinada a no relacionarme ni con el frio ni con la lluvia que tanto amo, me dispuse a ir al puesto de las Lolitas y tomar una rica taza de chocolate como ultimo detalle para calentar mi cuerpo y ganarle la batalla al frio para poder mantenerme cálida e invencible al menos por este dia.


Caminé por entre los pasillos del mercado cuyo adoquinado mojado y con pocitos de agua no podían mojar mis pies protegidos por el calzado y las gotas que se deslizaban por el plastico negro de los puestos de venta tampoco lograban hacer mella. Mi suéter de segunda color negro me protegia mas que bien.


Me detuve frente al puesto de flores a contemplar unas florecitas blancas con manchas moradas. Mi mente deliberaba si comprar las flores o tomar chocolate con los dos dólares disponibles. Debía decidir por una sola cosa. 

-Son lindas ¿verdad?


Una voz temblorosa que no supe si era por el frío o por el peso de sus años, interrumpió mi ensimismamiento.

Estaba a mi derecha cubierta con una  bolsa plastica negra amarrada al cuello con el fallido intento de protegerse de la lluvia, pero inevitablemente su cabello del color de la ceniza de polletón  chorreaba agua que se deslizaba por su cuello y le mojaba el cuerpo.

¿De que se cubre? -Pensé

Entre mas la contemplaba mas frío comencé a sentir.

-Son hermosas-contesté.

Ella sonrió y abrazó su baston liso que parecia ser de tigüilote alisado por sus manos y el paso del tiempo.

Su sonrisa mostró los últimos dientes reacios a soltarse de sus encías.

-Me voy- dijo para hacerme ver que se habia detenido porque yo bloqueaba su paso.

Me hice a un lado para que continuara su camino e inevitablemente vi sus pies descalzos y deformados quizá por reuma o algun calzado inadecuado.

Un frio profundo caló hasta mis huesos prpvocando un estremecimiento hasta el alma cuando la vi poner sus pies sucios de lodo en el charcoso adoquinado.


Sentí impotencia y la calidez que andaba me estorbo. Queria darle mi abrigo,  queria poner calzado adecuado en sus pies mojados.

Ella me miró con ojitos nublados como la mañana lluviosa de hoy.

Queria darle la calidez que yo tenia pero no podia comprar sus zapatos. No hoy.

Me invadió una incomodidad de esas que te dan una nueva perspectiva.

-¿Quiere tomar chocolate conmigo? - Se me ocurrió decir al recordar que sólo contaba con un pequeño extra de dos dolares.

Me gustaría - exclamo con voz temblorosa -pero tengo que llegar a mi casa.

Que sea para llevar-sugerí.

Ella acepto y llegamos donde Lolita quien diligentemente puso leche para llevar y cabaleó el cambio con pupusas 

La anciana agradeció y continuó su camino.

La vi marcharse y me quede con un enorme deseo de abrazarla.

Arrastraba sus pies el el adoquinado charcoso y se apoyaba en su baston de tigüilote.

Se perdió entre la gente ajolotada y yo me quedé con frio en el alma y un sentimiento inexplicable en mi corazón.





Desde entonces, algo cambió en mi. Algo, que al día de hoy se mantiene cálido en mi corazón. Estoy segura.


Escrito por JC Ávalos

Mientras el imsomnio le permite remembrar momentos que tocaron su vida




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