Noche de lluvia


Había llovido, era evidente, pues no solo la calle de asfalto estaba mojada, sino tambien sus ojos.

Asomarse a la ventana y sentir un golpe fresco en su nariz cargado de un delicioso petricor le dió la tranquilidad que buscaba desde el momento en que decidió mirar por la ventana aquella noche carente de estrellas y rica en frías brisas de esas que sacuden hasta los huesos.

Se sentía liviana, su alma se habia lavado a puras lágrimas.

Todo habia pasado. Pero algo de todo podía jurarlo con plena seguridad, la tormenta había pasado, y con el amanecer de seguro vendria la calma.



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