Lo hermoso al final del día

 —El amanecer es hermoso.

—¡Lo es!—confirmé.

—Pero a tí parece gustarte más el atardecer.

—¡En efecto!—cerré mis ojos y levanté el rostro para recibir los primeros rayos de sol que comenzaba a calentar no tanto como la taza de chocolate caliente entre mis manos—El amanecer es un regalo, y agradezco por ello cada mañana, pero el atardecer me permite apreciar el final día—di un sorbo a mi chocolate— y es que entre tanto quehacer, el tiempo se va sin que nos demos cuenta y es entonces en que puedo simplemente meditar sobre las cosas que sucedieron durante el día; las cosas por las que agradecer, otras de las cuales aprender y otras para simplemente reflexionar y pedir perdón por ellas si fuera el caso.

El asunto es que una vez hayas meditado sobre esto, viene lo interesante. Con el cobijo de la noche y la tenue luz de la luna cierras tus ojos con la fe de que el día de mañana llegará y eso, a pesar de lo incierto que pueda llegar a ser, dormimos en paz y con la esperanza de un amanecer hermoso, como el de hoy por ejemplo, y es entonces cuando la gratitud llega a mi corazón, por el regalo de un nuevo día, pero es el atardecer el que me permite reflexionar sobre la forma en que he vivido el día que el creador me ha regalado y es en ese momento en que puedo pensar y tomar la decisión de que mañana seré mejor persona de lo que soy ahora y con fe de que el mañana mismo será un día mejor. 



Escrito por JC Ávalos

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