COMO UN GATO


—¡Su carácter es fuerte! 

—Dime ¿Has amado a un gato?—cuestioné.

—De hecho, nunca he tenido alguno—Contestó.


Corría el año dos mil tres quizá cuando cansada de sus berrinches y conducta severamente indomable me di por vencida.

—En mis tiempos, yo repasaba la ropa que mis hermanas mayores dejaban en buen estado—me quejé con su hermano mayor quien en silencio me observaba guardar de nuevo el overol jeans que había sido suyo y que yo había estado insistiendo en que su hermano menor usara. —Para que aprenda la lección se quedará en casa y no irá con nosotros.

Ibamos al centro comercial y yo sabía que ese era el castigo perfecto por su rebeldía.

Se lo hice saber y con dolor en mi corazón ignoré sus súplicas y le dejé llorando para que meditara sobre su conducta.

Había caminado una cuadra o un poco más cuando unos pequeños gritos me detuvieron y miré hacia atrás.

Él venía corriendo con sus ojitos rojos de tanto llorar y vestía su overol  favorito completamente arrugado por la falta de un planchado, con un tirante mal abrochado, zapatos con cintas mal atadas. 

Sin decir nada llegó hasta mi y tomó mi mano dispuesto a acompañarnos así como estaba de desaliñado.

Rompió mi corazón de mil maneras y solo pude dejar de insistir y dejarlo ser.

Regresamos a casa para dar la planchada respectiva a su ropita y vestirlo correctamente. 

Ese dia fue especial y estuvimos todo el dia de paseo, pero lo más importante de ese día fue descubrir y comprender que mi segundo retoño era de espiritu indomable; debía aprender a amarlo y respetarlo tal como es.

Siempre ha sido así, como un gato. Con límites infranqueables, fiel a sí mismo y a sus creencias, ama sin depender, protector silencioso de los suyos, consciente de sus virtudes y defectos y poco expresivo.

Pero gracias a su carácter indomable aprendí que un hijo no me pertenece, que puedo educarlo, orientarlo, mas nunca obligarlo. Que puedo amar con libertad y sin depender emocionalmente; que cada ser humano es completamente diferente en todo sentido aún siendo del mismo clan. 


Pequeño maestro,  espíritu indomable, gracias por la enseñanza todos estos años, mi arquero favorito.



A mi hijo Mauricio, gracias por elegirme para ser tu mamá.




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